¿Por qué voy a charlas, hago cursos, leo libros y sólo logro mejorar por unos días mi estado emocional y luego vuelvo a caer?

 

Ir a charlas, realizar cursos y leer libros solamente nos dan información. Es decir, hacen trabajar únicamente nuestra parte racional. Y para poder generar un cambio interior, ya sea cambio de comportamientos, cambio en la forma de pensar o en pocas palabras, cambio en la forma de vivir, es imprescindible trabajar también nuestro otro 50%, y esta es la parte emocional.

 

Todos los seres humanos estamos hechos así, 50% racional y 50% emocional. Tenemos a ambas partes dentro de nosotros. ¿Te ha pasado que piensas que no debes comerte otro trozo de tarta porque ya estás satisfecho, y vas y te comes otro trozo? O que ¿No piensas discutir porque tu pareja llega nuevamente tarde a vuestra cita, y al final terminas echando humos por las orejas? La parte racional ha fallado, porque la emocional así lo ha dictado. Y este es nuestro gran problema. Nos han educado en base a estatutos puramente racionales. Y hemos ignorado las emocionales, es por ello la gran incoherencia que existe a día de hoy en el comportamiento del ser humano, tanto sufrimiento y sensación de desasosiego generalizado. Y al haber esta lucha interna, nos inunda un sentimiento de frustración con nosotros mismos. (¡¿Cómo he podido comerme dos trozos tarta?!).

 

Tenemos que entender que la parte emocional habla otro idioma, y se mueve bajo otros estatutos. Imagina que la racional habla Alemán y la emocional habla Japonés, complicado el entendimiento ¿No?.

 

Ahora bien, la pregunta del millón: ¿Cómo puedo aprender a controlar la parte emocional?

 

Para empezar no se trata de “controlar” la parte emocional, desde aquí ya estamos equivocados. Se trata de “escuchar y aprender canalizar”.

 

Te pongo en situación:

 

Has quedado con tu pareja en ir al cine a las 20h. Desde la mañana tienes esto presente y acomodas tu día de manera que puedas llegar a casa, ducharte, arreglarte y llegar puntual. Y así lo haces, aunque en el transcurso de la tarde te hayan surgido inconvenientes, has podido sortearlos y llegar a tiempo, has priorizado tu cita ante lo demás. Ya has llegado al cine y ves que dan las 20h, las 20:10h, las 20:15h, y tu cita no llega.

 

Detente y piensa, ¿Qué pasa por tu cabeza en esa situación?

 

Pueden ser cosas cómo: ¿Dónde se ha metido? ¿Se le habrá olvidado otra vez? ¿Le habrá pasado algo?

 

Y de repente suena tu teléfono, es él, y te dice que se le he hecho tarde en el trabajo, que le han surgido inconvenientes, y que seguro no le da tiempo de llegar.

 

Detente, ¿Qué sientes?

 

¿Enfado? ¿Ira? ¿Tristeza? ¿Indignación? ¿Impotencia? Pues según lo que sientas es cómo vas a responder, desde un: “no pasa nada, luego quedamos” hasta un “ Pero, ¡¿cómo te atreves a dejarme plantada otra vez?!” ¡Y eso que hace una semana acababas de hacer un taller de “mindfulness”! Pero no te preocupes, este tipo de respuestas son nuestras emociones hablando.

 

Y el problema no es enfadarse, ni sentir tristeza, ni decepción, el problema es cómo las exteriorizamos.

 

En cómo le hacemos saber al otro lo que estamos sintiendo. Y esto dependerá, básicamente, de nuestro temperamento, carácter, educación y/o cultura.

 

Hasta aquí ya hemos entendido que tiene que existir un consenso entre mi parte emocional y mi parte racional para poder desempeñarnos en el día a día de la manera más sana posible.

 

Imagina que nuestro “desempeño emocional” es como una tarta. La receta para poder realizar la tarta son todas aquellas charlas, libros y técnicas que has aprendido, y nuestras emociones son todos los ingredientes necesarios para la tarta. No podemos hacer una tarta sin la receta y sin saber identificar los ingredientes correctamente. Porque puedo graduar el horno a la temperatura correcta, elegir el molde correcto, batir los huevos de una manera estupenda, pero si confundo la harina con la levadura, o la mantequilla con queso, la hemos liado. Es decir, sino sé identificar mis propias emociones (ingredientes) de nada me sirve la receta. Así que, uno de los primeros pasos para gestionar la parte emocional es aprender a identificar tus emociones.

 

Resumiendo, ambos mundos son necesarios para tomar decisiones, para reflexionar, para amar, para vivir, ¡Para todo! Necesito conocer y entender mi parte racional y mi parte emocional para poder tener un equilibrio. Ni en el extremo racional, ni en el extremo emocional.

 

“La virtud es una disposición voluntaria adquirida, que consiste en un término medio entre dos extremos malos, el uno por exceso y el otro por defecto. “

-Aristóteles-

 

Es verdad que tendremos tendencia a irnos más hacia un lado que al otro, y esto no está mal, siempre y cuando estemos atentos de mantenernos lo más cerca posible en un término medio.

 

Aquí tienes algunos de los pasos para aprender a gestionar la parte emocional:

  1. Atención a tus pensamientos y a las sensaciones físicas (son las mejores alarmas naturales de tu parte emocional) (nudos en la garganta, dolor en el estómago, dolor de cabeza, temblores, etc.)
  2. Aprender a parar “la respuesta emocional automática” (con técnicas de autostop, visualización… etc, etc.)
  3. Ensayar y aprender la ASERTIVIDAD.
  4. Crear respuestas emocionales más adaptativas.

Hay personas que tienen facilidad para integrar la parte racional y la parte emocional de manera natural. Pero hay quienes necesitan un empujón. Para eso están los psicólogos, quienes pueden ayudarte a integrar la riqueza de estos dos grandes mundos.

 

Recuerda, las emociones no son el problema, el problema es que las gestionamos con los pies. Aprende a gestionarlas y a usarlas siempre a tu favor.

¡Es más fácil de lo que crees!

 

¡Felices equilibrios!

Luisa Pedrero Gil

Psicóloga-Psicooncóloga

 

 

 

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