Testimonios
A lo largo de mi trayectoria acompañando a personas que han sido diagnosticadas de cáncer, así como a familiares y personas en proceso de duelo he podido observar cómo cada historia es única, cómo el camino del diagnóstico, el tratamiento, la pérdida o la transformación personal puede ser muy distinto para cada persona, y sin embargo también se comparten elementos comunes: el miedo, la incertidumbre, la ansiedad, el agotamiento emocional, la búsqueda de sentido, la necesidad de acompañamiento.
Aquí recogemos los relatos de algunas personas que han confiado en este proceso terapéutico para transitar sus vivencias. Cada testimonio habla de un momento diferente, de un tipo de duelo distinto o de una recuperación que va más allá de lo físico: se trata del cuidado de la mente, de las emociones, de las relaciones, de la identidad que cambia tras el impacto de una enfermedad grave o de una pérdida.
Estos relatos tienen la finalidad de que te sientas acompañado/a, que veas que no estás solo/a, y que exista la posibilidad de hallar recursos, salud emocional y sobre todo reinvención. Si te sientes identificado/a con alguna de estas experiencias o si simplemente quieres informarte sobre cómo podemos trabajar juntos, estaré encantada de acompañarte en este camino.
Gracias por confiar ❤️ y por permitir que tu historia también avance hacia mayor bienestar.

Ma. Carmen Gutiérrez - 54 años
Superviviente cáncer de pulmón
“Tuve un cáncer de pulmón que apareció de repente. Pasé de estar activa, cuidando de mi familia, a estar en cama con tratamientos agresivos. Me daba vergüenza reconocer que estaba asustada, que me sentía frágil. La terapia me ofreció un espacio donde mostrarme vulnerable, entender que no estaba fallando si entraba en crisis, y que pedir ayuda no era debilidad: era cuidarme. Gracias a Luisa aprendí técnicas para afrontar la incertidumbre, la fatiga emocional y para reconstruir mi identidad tras la enfermedad.”

Ana J. López - 47 años
Superviviente cáncer de mama
“Cuando me diagnosticaron cáncer de mama pensé que lo había perdido todo. Gracias al acompañamiento psicológico entendí que estaba en duelo antes incluso de terminar el tratamiento: duelo por mi cuerpo, por mi vida de antes, por la forma de verme. Con Luisa aprendí a reconocer el miedo sin dejarme anular por él, a vincularme de nuevo con lo que me importa y a empezar a construir una nueva versión de mí misma, más amable, más compasiva. Hoy sigo en remisión, pero mi mundo interior ya no es el mismo, y eso me hace sentir que este proceso también tenía algo que enseñarme.”

Susana Sevilla - 41 años
Superviviente Linfoma de Hodgkin
“Después del tratamiento oncológico, aunque me dieron buenas noticias, descubrí que mi vida ya no era la misma: el cáncer me había dejado marcas emocionales, me costaba volver a conectar con mi pareja, con mis amistades, con mi antiguo ritmo. Comenzar sesiones con Luisa fue una de las mejores decisiones que tomé. Me ayudó a valorar lo que había cambiado, a darme permiso para reinventarme y a encontrar nuevos proyectos que me llenaban. Hoy me siento más fuerte, más auténtica, y aunque no olvido lo que viví, lo incluyo como parte de mi historia.”

Lola Castro G. - 39 años
Duelo por la muerte de su madre
“Cuando mi madre falleció de cáncer de páncreas, sentí que el mundo se me venía encima. Había estado a su lado durante meses, asistida, acompañando… y luego quedó un vacío tan gigante que no sabía ni por dónde empezar. La terapia me permitió sacar la rabia, la culpa, la tristeza profunda, y poco a poco recuperar mi vida y mi sueño profesional que había aparcado. Con Luisa aprendí que el duelo es personal, no lineal, y que no es algo que ‘superas’ y listo, sino algo que convives y que puede transformarte.”

Sonia V.C.- 45 años
Superviviente cáncer de mama metastásico en remisión
“Creí que, una vez que terminara la quimio, todo volvería a la normalidad. Pero lo que vino después fue una montaña rusa emocional: ansiedad, cansancio, dificultad para conectar con mi pareja y mis hijos. Sentía que todos esperaban que yo fuera la ‘luchadora fuerte’, y por dentro solo quería llorar. Con Luisa pude desmontar esa idea de fortaleza forzada y aprender a cuidarme desde la vulnerabilidad. Hoy sigo con controles médicos, pero también con una nueva forma de ver la vida: más pausada, más consciente y con más amor por mí misma.”
