Las mujeres NO sabemos descansar

Las mujeres NO sabemos descansar

 

No sabemos descansar porque no nos han enseñado a hacerlo.

Tenemos asociada de alguna u otra manera que si descansamos es que somos vagas o perezosas.

Vivimos en un mundo competitivo, influenciado por lo que vemos en las redes sociales. Además de criar hijos, tenemos que trabajar y ser exitosas, tener un cuerpazo, ir perfectamente conjuntadas, preparar comida balanceada y nutritiva, hacer deporte, ser buenas madres, beber 2 litros de agua, ser buenas hijas, buenas esposas, meditar, tener tiempo para nosotras (¿Eso qué es?) y además tener el pelo perfecto.

 

¡Basta ya!

 

Esto nos enferma, sentimos que nunca paramos, vivimos cansadas tapando las ojeras con maquillaje. Sentimos que no llegamos a ningún lado, al final no percibimos ser ni buenas madres, ni buenas hijas, ni buenas amigas, ni buenas en nada.

 

Y esto no se trata de parar y mandar todo a hacer pepinos. Se trata de modular, de pedir ayuda, de saber delegar, de bajar la autoexigencia, de parar de seguir ideales enfermizos inalcanzables, en definitiva, de querernos más.

 

Pero claro, la pregunta del millón :¿Esto cómo se hace?

 

Primero:

 

Tienes que ser consciente de TODOS los “Tienes que…” que traes tatuados en tu mente. Haz una lista, te ayudará a ver claramente tus “Mandatos mentales”

“Tienes que hacer ejercicio….”

“Tienes que alimentar bien a los niños….”

“Tienes que salir guapa a la calle….”

“Tienes que tener paciencia con tu marido….”

“Tienes que alcanzar el éxito en tu trabajo….”

¡Puf! Qué pesadez…

 

Repito, no se trata de tirar la toalla y que todo gire cómo tenga que girar, no, no es eso. Se trata de modular, calibrar.

 

Segundo:

 

Ya que eres consciente de todos los “mandamientos” que traes en la cabeza, ahora es hora de desechar algunos, y otros disminuirlos.

 

“Intentaré hacer ejercicio 3 veces por semana, porque esto me viene bien”

“Intentaré organizar mejor las comidas y pedirle a mi pareja que los dos nos encarguemos de ellas”

“Saldré a la calle sintiéndome cómoda y a gusto conmigo misma, encontrando mi propio estilo”

“Disfrutaré de mi trabajo, dejando salir mi potencial, sin que sea una obligación, si lo hago con pasión, el éxito viene solo”

 

Tercero:

 

Practicar y practicar, hasta que se convierta en un hábito de vida el no maltratarnos.

 

 

Cuando dejamos de sentirnos presionadas, ya sea por la sociedad, la familia o nosotras mismas, empezamos a relajarnos. Y esto, inevitablemente se nota. Al estar más “tranquilas” vamos a tener mucho menos tendencia a sentirnos irritadas y desvaloradas. Nos iremos a la cama con la sensación de que hemos hecho mejor las cosas.

 

Todos los “mandatos” están en tú cabeza. Y la única persona que puede deshacerse de ellos eres tú misma.

 

Tenemos que arrancar la idea de qué si nosotras no lo hacemos, nadie lo hará. Tal vez con nuestra actitud no permitimos que los demás se activen y participen.

 

En la consulta veo diariamente a mujeres decir: “Es que si yo no hago las camas nadie lo hará….” “Si yo no hago la compra, seguro a mi marido se le olvida la mitad de las cosas”. ¡Suelta el mando! Si se le olvida tendrá que volver a por ellas, si tus hijos hacen mal las camas, enséñales, ya mejorarán. Nosotras también tenemos que dejar de pretender que harán las cosas exactamente cómo nosotras lo hacemos. Guardemos el látigo. Bajemos la exigencia.

 

Dejemos a los demás encontrar su manera de hacer las cosas, la manera correcta no es solamente la tuya, esto también tenemos que aprender. Así como exigimos que nos dejen ser nosotras mismas, nosotras también tenemos que dejar ser a los demás.

 

Suelta tus patrones mentales tóxicos, que una casa, una compra, la ropa, el trabajo, NO te enferme. NO LO PERMITAS.

 

¡Felices cambios y restructuraciones!

Recuerda que todos hemos venido a aprender, disfruta el camino.

 

Psicooncóloga

Luisa Pedrero Gil

 

 

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